viernes, 22 de junio de 2012

Primavera para Mónica.

      Cuando te enteras que tu hermana pequeña esta pasando un mal momento, te duele.
   Hace ya algunos años me ocurrió. Me llamaron para comunicarme que ella estaba enferma. No lo pensé dos veces  y al día siguiente, estaba dentro de un avión para ir a cuidarla.
   En principio las noticias fueron muy pesimistas sobre la gravedad de su enfermedad. Había que operarla y a todos se nos cayó el mundo encima.

   Tras la operación, los doctores nos dijeron que había buenas noticias, pues no era lo que ellos creían, aunque tendría que tomar medicación para el dolor el resto de su vida.  A pesar de las dos operaciones que tuvo que pasar y su larga convalecencia, lo peor ya había pasado.

   Mónica, te dije que tenía una frase muy bonita que quería dedicártela...

La vida tiene esa magia, basta con ser paciente, la primavera siempre acaba llegando...


   Este verano cuando vaya a Galicia, te voy a contar algo que tú igual no recuerdas. Cuando yo tenía diecisiete años y tú tan solo nueve, me ayudaste y no sabes cuanto, a superar un mal momento de mi vida. Entonces eras una niña... hoy eres una mujer a la que puedo contárselo, profundamente agradecida.

 Tú y tú y tú y solamente tú...

Me gusta esos momentos en que con la mirada me sonríes. TE QUIERO. 

La magia en mis manos

http://3.bp.blogspot.com/-BtHuuhtrYRU/T-Nv7_EmXMI/AAAAAAAADU8/cETwdtGGGeo/s1600/2012-04-27+12.22.46.jpg   Fue la primera vez. Nunca antes en mi vida había disfrutado de la oportunidad de tener entre mis manos un ser vivo, tan bonito y frágil.
   Estaba afectado posiblemente por un golpe contra las cristaleras de la terraza donde nos encontrábamos y nos esforzamos en no asustarlo, recogiéndolo del suelo donde aleteaba sin control.  Lo tuve durante unos inolvidables minutos en mi mano. Se dejó acariciar y poco a poco fue recuperando el aliento... La magia de la primera vez, imborrable el momento que deja grabado su buen recuerdo en mi alma...

   Nunca es tarde para vivir un momento mágico...!!!

lunes, 30 de abril de 2012

PENSANDO EN TI

   El fin de semana pasado, estaba viendo el programa de María Teresa Campos "Que tiempo tan feliz " en el que entrevistaban a José Luis Perales. A medida que iba avanzando el programa, me sorprendió la cantidad de canciones que él había escrito para diferentes cantantes. Hubo una en especial, de las muchas que le escribió a Isabel Pantoja después de la muerte de su marido, que me golpeo el corazón y me hizo llorar, y la canción era..."PENSANDO EN TI".

 
   Un día, un amigo que teníamos en común me pregunto si sentía rencor hacia ti, y le conteste que no, que ese sentimiento nunca en mi vida lo había sentido, ni hacia ti ni hacia nadie.

   En cambio si que siento pena, pena por el presente y gratitud por el pasado. Y digo esto, porque el tiempo que duró me lo pasé tan bien... abrí mi corazón... bailé... reí... jugué... sentí... y lloré, y eso no me lo va a quitar nadie. Te quise y te sigo queriendo.

   Eso es lo bueno de los sentimientos. Hay personas que te dejan de querer, pero no pueden hacer que yo haga lo mismo.

   Toda persona es libre de tener o no ese sentimiento. Me pueden quitar otras cosas, pero nunca me quitarán mis recuerdos. Quizás sea una ingenua pero así soy yo.

   Te lo dedico a ti, Angelines, con todo mi cariño y espero que algún día podamos tomarnos un café juntas.

Pensando en ti

                     Cuantas veces la luna
                     Se ha posado en mi frente
                     Cuantas gotas de lluvia
                     Han mojado mis manos
                     Cuantas noches vacías
                     Cuantos cielos de plomo
                     Cuantas notas al aire
                     Cuantas tardes de toros.
                     Pensando en ti
Y en este amor que parte mi universo en dos
Que llega del olvido hasta mi propia voz
Y araña mi pasado sin pedir perdón
Estas aquí, te siento en cada espacio de mi soledad
Te miro y te sonríes y después te vas
Y cruzas la distancia y yo me quedo aquí
Pensando en ti, Pensando en ti.
                     Cuantas veces en sueños
                           Me he escapado contigo
                                 Cuantas veces mis labios
                                       Han gritado te quiero
                                             Cuanto Tiempo esperando
                                                   Desde que tu te has ido
                                                         Cuantas noches vagando
                                                               Como un niño perdido

jueves, 19 de abril de 2012

HERMANA GEMELA... dulce espera.


   Nuestras vidas, a pesar de vivir juntas desde pequeñas, han ido siempre por caminos distintos. En muchas ocasiones, me preguntaba por que no había comunicación entre nosotras. Incluso llegue a pensar (ahora se que estaba equivocada) que te había perdido. Pero no, estabas allí, esperándome...  

   Todo empezó de nuevo hace dos años. Un día recibí una llamada tuya. Ni siquiera sabía que eras tú hasta que escuché tu voz. Para mi fue una auténtica sorpresa y digo sorpresa por que a ti, igual que a mí y creo no equivocarme, no te gusta mucho hablar por teléfono.

   Te escuchaba hablar y no me lo podía creer...!!! Lo "normal" era que, las llamadas que recibía de Galicia fueran por cualquiera de esos motivos tristemente más habituales (y no deseados). Pero no, aquella vez tu llamada fue simplemente porque querías saber de mí, tan solo hablar y hablar solo conmigo. Ay hermana...!!! no te puedes imaginar lo feliz que me hiciste ese día.

   Al poco tiempo, cuando fui de vacaciones a Pontevedra, tuve la ocasión de ir a visitarte en tu lugar de trabajo y me presentabas con  cariño, como tu hermana gemela... ¿te acuerdas lo que nos reímos viendo las caras de tus compañeros de trabajo? Lo que nunca te dije es lo orgullosa que estoy de ti. Por fin se abrió la puerta y tú estabas allí esperándome.

 Quiero que sepas, que me gusta el toque
de humor que le das a las cosas. 

   Gemelas no somos... pero somos Hermanas y Te Quiero, Elena. Como dice la canción de MANÁ...

"Siempre allí estaré, No te fallaré...
No importa lo que pase,
No importa jamas...
Lluvia al Corazón."



Gracias por cuidar de nuestra abuela,
 por estar allí cuando yo no estaba.





Créeme, en tu corazón brilla
la estrella de tu destino.
 (FRIEDRICH SCHILLER)


miércoles, 11 de abril de 2012

¿ Cómo abristeis vosotros la puerta ?

   El verano pasado, estando de vacaciones en Galicia, quedamos  con nuestros amigos Rosa y Pepe para cenar. Durante la velada, como nos vemos de año en año (mucho menos de lo que nos gustaría), nos pusimos al día sobre todas esas cosas que no tuvimos ocasión de contarnos. Mientras tomábamos el café, (Rosa y yo que tenemos la misma afición por la lectura) comentamos los libros que habíamos leído, y ella me recomendó dos obras del escritor norteamericano John Verdon; "Se lo que estas pensando" y "No abras los ojos".

   Actualmente estoy leyendo el primero de ellos. En medio de la trama que se desarrolla en el libro, hay un relato que cuenta uno de sus personajes que me llamó mucho la atención, y por eso lo quiero compartir con vosotros.

— Un día, cuando me iba a la escuela, mi madre me dio un billete de veinte dólares para que hiciera unas compras al volver a casa por la tarde: una botella de leche y una barra de pan. Cuando salí de la escuela a las tres, me detuve en un pequeño puesto que había junto al patio de la escuela y me compré una CocaCola antes de ir al colmado. Era un lugar al que iban algunos de los chicos después de clase. Puse el billete de veinte dólares sobre el mostrador para pagar la CocaCola, pero antes de que el hombre del mostrador lo cogiera para darme el cambio, uno de los otros chicos se acercó y lo vio: «Eh, Mellery, ¿de dónde has sacado los veinte pavos?», dijo. Bueno, resulta que el chico era el más fuerte de cuarto, que era el curso en el que estaba. Yo tenía nueve años, y él, once. Había repetido dos veces y daba miedo, no era alguien con el que debería salir o hablar siquiera. Se metía en un montón de peleas, y contaban que se colaba en casas ajenas para robar. Cuando me preguntó de dónde había sacado el dinero, iba a decirle que me lo había dado mi madre para comprar leche y pan, pero temía que se burlara de mí, que me llamara niño de mamá, y quise decir algo que lo impresionara, así que dije que lo había robado... (...) ...Pero al cabo de una semana, se me acercó en el patio y me dijo: «Eh, Mellery, ¿has robado más dinero a tu madre?». Le dije que no. Y él me contestó: «¿Por qué no le robas otros veinte pavos?». Yo no sabía qué decir, me limité a mirarlo. Entonces él puso una sonrisa que daba miedo y me soltó: «Róbale veinte dólares y dámelos, o le contaré a tu madre que le robaste veinte dólares la semana pasada». Sentí que se me helaba la sangre.

Sentí pánico. Imaginaba que acudía a mi madre y le contaba que le había robado veinte dólares. Lo absurdo de aquello (lo improbable que era que ese pequeño gánster se acercara a mi madre) nunca se me ocurrió. Mi mente estaba demasiado sobrecargada de miedo, miedo a que se lo contara y miedo a que mi madre lo creyera. No tenía ninguna confianza en la verdad. Así pues, en este estado de pánico irreflexivo, tomé la peor decisión posible. Robé veinte dólares del bolso de mi madre esa noche y se los di a él al día siguiente. Por supuesto, la semana siguiente me volvió a pedir lo mismo. Y también la siguiente. Y así sucesivamente durante seis semanas, hasta que por fin mi padre me pilló in fraganti mientras cerraba el cajón de arriba de la cómoda de mi madre con un billete de veinte dólares en la mano. Confesé. Les conté a mis padres toda la historia horrible y vergonzosa. Pero la cosa empeoró...
(...)

! Cuando me acordaba de ese lío, mi siguiente idea era siempre: «¡Qué capullo!». Era todo lo que podía pensar.

— Eso es exactamente lo que era —coincidió Mellery, aumentando la intensidad—, exactamente lo que era. Pero yo nunca pasé de lo que él era para preguntarme qué era yo. Era tan obvio lo que era él que nunca me pregunté lo que era yo. ¿Quién diantre era aquel niño de nueve años y por qué hizo lo que hizo? No basta con decir que estaba asustado. ¿Asustado de qué, exactamente? ¿Y quién se creía que era?

— Cuando pensaba en ese chico (en mí a la edad de nueve años), pensaba en él como una víctima, una víctima de chantaje, una víctima de su propio deseo inocente de amor, admiración, aceptación. Lo único que quería era caerle bien al chico grande. Era una víctima de un mundo cruel. Pobre niño, pobre ovejita en las fauces de un tigre.

— Pero ese niño era también algo más. Era un mentiroso y un ladrón.

— Mintió cuando le preguntaron de dónde había sacado los veinte dólares. Aseguró que era un ladrón para impresionar a alguien al que suponía un ladrón. Luego, enfrentado a la amenaza de que lo acusaran de ladrón ante su madre, se convirtió en un ladrón real antes de que ella pensara que lo era. Lo que más le preocupaba era controlar lo que la gente pensaba de él...
  (...)
Mellery se quedó unos segundos en silencio para dejar que sus comentarios calaran y luego continuó.
— Esto es lo que quiero que hagáis. Elaborad una lista de gente a la que no soportáis, de gente con la que estáis enfadados, de gente que os ha hecho daño, y preguntaos: «¿Cómo me metí en esa situación? ¿Cómo me metí en esa relación? ¿Cuáles eran mis motivos? ¿Qué le habrían parecido mis acciones en la situación a un observador imparcial?». No os concentréis, repito, no os concentréis en las cosas terribles que hizo la otra persona. No estamos buscando a alguien a quien culpar. Eso lo hemos hecho toda la vida y no nos ha llevado a ninguna parte. Lo único que logramos fue una lista larga e inútil de gente a la que culpar por todo lo que nos fue mal. La verdadera pregunta, la única pregunta que importa es: «¿Dónde estaba yo en todo esto? ¿Cómo abrí la puerta que daba a la habitación?». Cuando tenía nueve años abrí la puerta a mentir para ganar admiración. ¿Cómo abristeis vosotros la puerta?

   Y esta es mi pregunta y reflexión que, desde que leí este relato, no dejo de hacerme todos los días...

¿ Dónde estaba y Cómo abrí esa puerta?

   Muchas gracias, Rosa, por abrirme las puertas de este libro. Besiños desde Tenerife.

martes, 10 de abril de 2012

Rosa no solo es una flor o un color...

   ROSA... es el nombre de mi abuela.

  Cada vez que lo pronuncio o me viene a la memoria, mi corazón todavía llora... por todo lo que me dio y ya no puedo recibir y por lo mucho que aún la necesito en mi vida.

   A este blog le puse el título "Corazón, tengo algo que contarte" porque ella siempre le decía a sus amigos y conocidos que yo era una niña rebelde e inquieta, pero que tenía un corazón muy grande.

   Aquí empieza mi blog, con ella de la mano guiando mis pasos.

 
Dedicado a mi abuela.